Capítulo 465
Mirando cómo la ciudad se alejaba cada vez más, mis lágrimas fluyeron como un torrente incontrolable.

Una joven sentada a mi lado, al verme llorar con tanta intensidad, me ofreció silenciosamente un pañuelo.

Agradecí cortésmente, intentando calmarme y aprendiendo a enterrar mi dolor.

El largo vuelo me dejó exhausta y finalmente caí en un sueño profundo, que por fin me hizo olvidar el sufrimiento...

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Dos años después.

Era otra vez víspera de Año Nuevo.

Sofía vino a Inglaterra para celebrar el año nuevo y, de paso, conocer a su ahijado.

Llevé a Esteban conmigo al aeropuerto para recibirla.

Al ver a mi amiga aparecer, saludé agitando felizmente la mano.

Esteban, sentado en su cochecito, también agitó su manita imitándome, mientras balbuceaba: —Madina, madina.

Con apenas quince meses, el pequeño caminaba rápido, pero su capacidad lingüística era limitada, solo podía decir unas pocas palabras sencillas.

Sofía se acercó apresurada con su equipaje, exclamando emocionada: —¡Por fin aterri
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