Capítulo 276
Observé la escena sin expresión, mi corazón frío como el hielo. Su manera de disculparse carecía totalmente de sinceridad y, en realidad, solo empeoraba la situación. Cualquier observador ajeno pensaría que yo estaba abusando de una pobre anciana, obligándola a arrodillarse en público.

Me dirigí a Antonio con tono neutral: —No hay rencor entre nosotros ni necesito que se arrodillen. Es la ley quien castigará a tu hermana, no yo.

Con un simple gesto de mi mano, Lucas empujó mi silla esquivándolos. Marta intentó seguirnos, pero Antonio la retuvo con firmeza.

Sin mirar atrás, escuché la maldición amarga de Antonio: —María, ¿crees que Lucas se casará contigo? No pudiste entrar a los Martínez, ¿y ahora aspiras a los Montero?

La silla se detuvo y Lucas nos giró para mirar de reojo hacia atrás. Con una sonrisa elegante, respondió: —Antonio, llegado el momento, entregaré personalmente la invitación de boda en tu casa. Cuida tu salud para poder asistir a la ceremonia.

Mi corazón se saltó dos la
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