Elliot tenía miedo de que su hija fuera acosada en el colegio y se sentía preocupado, aunque sabía que las posibilidades de que eso ocurriera eran muy escasas.

Su hija era muy guapa y tenía un carácter muy firme. Todo iría bien si nadie la hiciera enojar, pero si alguien la presionara, seguro que ella se defendería, aunque no pudiera ganar.

Por ello, había tenido que hablar con la escuela en privado.

"Eres un padre increíble", se burló Avery de él.

"Sé que lo que he hecho está lejos de ser suficiente, pero seguiré esforzándome al máximo".

Avery miró a Layla y le explicó: "Tu hermano volverá hoy un poco más tarde. Tu padre ha estado fuera todo el día recogiendo a la tía Tammy y acaba de volver. Fue un día bastante largo para él, así que le dejé comer algo".

"Oh", respondió Layla después de escuchar la explicación.

Como había una explicación razonable, dejó de lado la actitud que le había mostrado antes a Elliot.

"¡Mami, me gusta mi varita mágica!". Layla tomó la mano de Avery y