Mike abrazó a Avery y la consoló en voz baja: "Los hombres y las mujeres tienen diferentes formas de pensar. Debió de tener miedo de que esto te iba a afectar a ti y a los niños. Se equivocó al suponer tu capacidad para manejar estas cosas".

"No quiero saber lo que pensaba, porque nunca me ha dicho cómo se sentía de verdad", dijo entre lágrimas Avery. "¡Sería una idiota si siempre tuviera que depender de otros, o de las noticias, para saber por lo que está pasando! ¡No puedo simpatizar con él! Incluso si muriera de una enfermedad ahora mismo, ¡no me sentiría mal por él!".

"No llores, Avery". Mike tenía una montaña de cosas que quería decir para consolarla, pero nunca salían de sus labios.

El amor no era algo que pudiera explicarse con unas pocas frases.

Elliot había sido amenazado para casarse con una Chelsea desfigurada y convertirse en el hazmerreír de todos. Había pasado la primera mitad de su vida en la gloria y nunca había tenido que experimentar este tipo de humillación.

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