Shelly había dejado de pensar en otra cosa que no fuera el trabajo y sus hijos.

La vida se había vuelto más ajetreada y satisfactoria.

Después de comer, Shelly cuidó de Audrey para que su madre pudiera descansar.

Los bebés de la edad de Audrey eran fáciles de cuidar, ya que no podían correr de un lado a otro y tenían que permanecer donde los habían dejado.

Shelly tomó los libros para el examen de conducir y leyó las preguntas en voz alta para entretener a su hija.

Poco después, Audrey se aburrió y alargó la mano para tomar el libro.

Shelly llevó inmediatamente a su hija a la ventana para que contemplara el paisaje exterior.

"¿Quieres salir a jugar, preciosa?", le preguntó.

La pequeña respondió balbuceando con entusiasmo.

"¡Acabas de recuperarte de un resfriado! ¡Mejor juguemos en casa! ¿Qué tal si ves a mami maquillarse?". Shelly llevó a su hija a la habitación.

La mujer colocó a Audrey en el cochecito y se sentó frente al tocador para maquillarse.

Iba a asistir a un evento