"¡Jorge!". Elliot se dio cuenta de la situación y lo llamó de inmediato.

Cuando Jorge escuchó que Elliot lo llamaba, levantó la vista al instante. "Señor Foster, ¿pasó algo?".

Elliot dijo: "Sal conmigo un rato".

Jorge se levantó inmediatamente y siguió a Elliot fuera.

Cuando salieron, la señora Kennedy interrogó inmediatamente a su hija: "Leah, Jorge no está dispuesto a dejar que nos quedemos en su casa, ¿verdad? Si tiene alguna dificultad, puede decírnoslo. No necesita bajar la cabeza hasta el suelo. ¡Qué incómodo! Tu padre y yo no podemos permitirnos avergonzarnos por esto".

A Leah casi se le saltaban las lágrimas, pero no podía decirles que Elliot les estaba mintiendo.

"Jorge no es esa clase de persona. Mamá, ¿por qué no se quedan en su mansión? Él la ha renovado bastante bien. Contrata a alguien para que la limpie todas las semanas. Está limpia...". Leah continuó con fervor: "Su mansión tampoco está muy lejos. Está en el Tercer Aro. ¡Está a menos de una hora en coche del hote