Irene estaba tan aburrida como abrumada por sus pensamientos.

"O tal vez puedas enviarme de vuelta a las montañas. Prometo no irme nunca", suplicó Irene mientras jalaba la ropa de la abuela.

"Irene, nunca podrás volver allá, pues Avery ha encontrado ese lugar y podría estar allí cuando quisiera. La señora no te permitiría volver". La abuela agarró con fuerza la mano de Irene. "Si de verdad quieres ir a la escuela, hablaré con la señora". Tras darse cuenta de que Irene miraba fijamente a lo lejos, siguió su mirada y se encontró con unas cuantas personas que las miraban fijamente. Sus ojos estaban llenos de intenciones maliciosas mientras se burlaban abiertamente de ellas.

"¡Pobre niña! ¡Esa cicatriz en la cara! ¡No creo que pueda quitársela con cirugía!".

"Qué pena. Tiene unos ojos muy bonitos...".

"¡No creo que la manden a la escuela! Va a asustar a los otros niños con su aspecto".

"¡Métanse en sus asuntos!", gritó enfadada la abuela a las mujeres, que salieron corriendo de inmed