"Elliot, tienes a mis padres. Una cosa, o diez, o incluso cien cosas, mientras sea capaz de hacerlas, haré cualquier cosa por ti. Lo único que te pido es que me dejes vivir cuando termine. Mi madre tiene diabetes y mi padrastro tiene una vieja lesión en la espalda, así que ya no puede trabajar. Ambos viven del dinero que gano. Si muero, ellos tampoco sobrevivirán". Natalie bajó la cabeza y las lágrimas rodaron por sus mejillas.

Chad la observó desde la distancia y no sintió más que la ironía de la situación. No sentía ninguna simpatía por Natalie, y sus lágrimas solo le parecían lágrimas de cocodrilo. Si se apiadaban de ella y la dejaban vivir, sin duda buscaría vengarse de Elliot en el futuro siempre que tuviera una oportunidad.

"He ordenado a mi abogado que redacte un contrato. Fírmalo primero y consideraré si te dejo vivir". Él la miró mientras se sentaba en la silla del despacho.

"¿Qué tipo de contrato?", preguntó Natalie nerviosa.

Elliot sacó su teléfono para comprobar la hora