Avery vio que Elliot miraba fijamente el coche rosa metálico y se sintió extrañada.

El guardaespaldas lo vio y preguntó enseguida: "Señorita Tate, ¿le abro la puerta?".

"... Sí". Avery forzó una voz ronca desde el fondo de su garganta. "Ábrele la puerta. Iré a por un vaso de agua".

Tras decir eso, se dio la vuelta y se dirigió de nuevo a la mansión.

Elliot se dio cuenta de que ella entraba y sintió que lo evitaba por la culpa que sentía.

El guardaespaldas se dirigió a la puerta y dejó pasar a Elliot.

"¿Quién le compró ese coche rosa?", preguntó Elliot.

El guardaespaldas decidió fingir que no sabía nada. "¡No lo sé! ¿Tal vez lo compró ella misma? No necesita esperar que alguien le compre algo que quiere".

Las palabras del guardaespaldas iluminaron a Elliot.

Avery tomó un sorbo de agua, sin poder recuperar la compostura.

Elliot se cambió los zapatos en la entrada, sin dejar de mirar fijamente la espalda de Avery.

"¿Compraste ese coche rosa?", preguntó él.

"Elliot, ¿fuiste tú