Avery negó con la cabeza. "Dijo que había ido a ver a un amigo. Volverá a casa cuando termine".

"¿Por qué no te llevó con él?", preguntó Adrian confundido.

"Tal vez su amigo solo quiere verlo a él y no a mí", respondió Avery con indiferencia. "¿Tienes hambre? Tengo un poco de hambre. Si tienes hambre, entonces iré a preparar algo para comer".

"¿Qué piensas cocinar?". Adrian tenía un poco de hambre, así que se levantó.

Se dirigieron a la cocina.

Hicieron demasiados ravioles esa mañana, así que sobraban.

"¡Vamos a cocinar raviolis!". Avery los sacó de la nevera.

"¡Está bien! Me gustan los raviolis".

"¿Hay algo que no te guste comer?", preguntó Avery con una sonrisa.

Avery se relajaba con naturalidad cuando charlaba con Adrian.

"No me gusta el calabacín amargo". Adrian hizo una mueca. "Los calabacines amargos son realmente amargos, pero a la señora Scarlet le gustan".

"A mí tampoco me gustan, pero el calabacín amargo es bueno", dijo Avery. "Pero si realmente no te gustan, no ti