Tammy miró a Avery con asombro.

“¡¿Exactamente cuánto dinero has ganado?!”.

“Es mi deseo reconstruir Industrias Tate. Es un deseo, ¿de acuerdo? No sé si lo conseguiré o no”.

Tammy se sintió aliviada y luego dijo: “Jun y yo parecemos un par de perdedores a tu lado. Voy a tener que mantener tu buena voluntad conmigo... ¿Qué tal si te emparejo con alguien? Tengo un primo que es muy lindo. Solo tiene diecisiete años, pero es un buen chico...”.

“Deja de bromear conmigo, Tammy”, dijo Avery mientras se sujetaba la cabeza con la mano.

“¿No te gustan los jóvenes? ¿Te gustan los mayores? ¡Eso también funciona! Mi entrenador personal cumple cuarenta años este año, pero se me cae la baba cada vez que veo sus músculos... Deberías acogerlo y luego convertirlo en tu marido y que solo se quede en casa...”.

Avery dejó escapar un fuerte suspiro.

Después de romper con Elliot, ella había perdido todo el interés por los hombres, tanto jóvenes como mayores.

Una vez terminado el té, Avery y Tammy se