"Claro. Mañana comeremos fuera. ¿Qué te parece?".

"Muy bien. Me iré a duchar. Sudé mucho esta tarde". Avery se acercó a su maleta y sacó su pijama. "¿Seguimos saliendo esta noche?".

"Vamos a ver la escena nocturna después de la cena. Si estás cansada, podríamos dar un pequeño paseo y volver".

"De acuerdo".

Después de que Avery entró en el baño, su teléfono sonó.

Era una videollamada de Layla.

Elliot contestó la llamada, y su mirada se llenó de ternura al ver el hermoso y adorable rostro de su hija.

"Hola, papá. ¿Dónde está mamá?".

"Está en la ducha".

"Oh... ¿Es divertido allí?", preguntó Layla. "¿Lo están pasando bien?".

"Es un país pequeño, pero las playas son hermosas. He estado en muchas playas, pero desde aquí se puede ver mejor el océano". Elliot se acercó al balcón y le mostró a Layla el paisaje. "¿Puedes ver el océano ahí fuera?".

"¡No lo veo, papá! Deberías ir y enseñármelo".

"De acuerdo. Ahora voy a la playa". Entonces, Elliot salió con el teléfono en la mano.

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