Los ojos de Nathan brillaron. Se sorprendió y se alegró de que Avery fuera al grano.

"Le dije a Elliot que me diera 15 millones...".

"¿15 millones?". Desesperada por acabar con la tortura, lo interrumpió y dijo: "¡Te pagaré!".

Nathan se echó a reír. "¡Tienes tan mal genio! ¿Tanto me odias? Si los dos actúan como si me odiaran, es difícil para mí irme".

Avery se sonrojó y lo amenazó: "¡Quédate a ver si Elliot te mata entonces!".

Ella sabía que cuando se enfrentaba a hombres desvergonzados como Nathan, la única forma de controlarlos era ser más cruel que ellos. Además, no era del todo una amenaza. Si sobrepasaba los límites, había muchas posibilidades de que Elliot lo matara.

La sonrisa se borró del rostro de Nathan.

Ya era bastante malo ser amenazado por Elliot, pero ser amenazado por su futura nuera era humillante.

"¡Entonces dile que venga a matarme! Si me mata, ¡mi hijo mayor se asegurará de que todos en este país sepan la bestia bárbara que es Elliot Foster!", gritó Nathan.