"Elliot, no pido mucho", dijo Nathan. Él podía ver que Elliot estaba aceptando poco a poco el modelo de realidad que le habían presentado. "Ganas mucho dinero al año. ¿Cómo vas a gastarlo todo? Deja que tu hermano y yo te ayudemos a gastar algo. No te preocupes. Sé que tu reputación es importante para ti. Podemos mantener la relación padre-hijo en privado. Mientras me des suficiente dinero cada mes, prometo no molestarte en el futuro".

Los peligrosos ojos de águila de Elliot miraron fijamente al viejo avaro que tenía delante.

Todavía no habían hecho la prueba de paternidad. Antes de tener los resultados de la prueba, él nunca reconocería a este viejo como su padre.

‘¡¿Cómo se atreve a pedirme esas cosas este viejo b*st*rdo?!’, pensó Elliot.

"¿Cuánto es suficiente dinero?". Su voz era fría. Reprimió el asco que le brotaba por dentro.

Quería ver el apetito de este viejo.

Nathan extendió un dedo de una mano y cinco de la otra. "Quince millones de dólares. Tú ganas miles o decenas de