Capítulo 386
El hombre de la entrega obviamente ya tenía sus órdenes y aceptó al tiro.

—Dile a Elio que saque doscientos milloncitos para compensar, como una sancioncita leve, dijo Simón con frialdad.

El visitante estuvo de acuerdo grueso, y no fue sino hasta que Simón le hizo la señal para que se largara.

Después todos se regresaron a la mansión. Simón dijo que ya se iba, pero Leo y Chris no lo dejaban, querían que Simón se quedara.

Sin remedio, Simón se quedó una noche. Al otro día, en cuanto se levantó y abrió la puerta de su cuarto, se encontró con Chris hincado justo ahí.

—¿Qué estás haciendo?, Simón rápido lo ayudó a pararse.

Fue ahí cuando Leo se acercó y propuso: —Maestro, hágale el paro a Chris, acéptelo como compadrazgo. Aunque es un poco travieso, en el fondo es buen muchacho. Permítale atenderle y ser útil como una manera de agradecerle por haberle salvado la vida.

Simón cachó al vuelo qué era lo que Leo quería. Si aceptaba a Chris, tendrían su apoyo y ya no le temerían a nadie más.

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