Capítulo 1884
La enorme serpiente fue partida en dos por Simón, su cabeza se balanceó en el aire un par de veces antes de desplomarse al suelo, completamente inerte.

—¡Haa... haa...!

Simón respiraba con cierta dificultad, y en cuanto recuperó el aliento, cortó los barrotes de la jaula, liberando de esta manera a Isolde.

Al ver a Simón de nuevo, Isolde, con los ojos enrojecidos, le dijo emocionada: —Simón, te amo.

Sin dudar, se lanzó a sus brazos, y él la abrazó con fuerza, dándole unas suaves palmadas en la espalda. —Isolde, yo también te amo.

En ese momento, una cálida corriente de energía luminosa fluyó en el cuerpo de Simón, disipando de forma gradual la oscuridad que lo rodeaba, devolviéndolo a su estado normal.

—Jajaja, Simón, no me has decepcionado en lo absoluto.

La voz de Santos sonó a través del intercomunicador. Simón miró hacia la bocina y dijo: —Señor Santos, ahora que he encontrado a Isolde, ¿nos dejará ir, como acordamos?

—Por supuesto, mientras logren salir de esta novena planta subte
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