Capítulo 1835
En ese momento, Simón sacó dos píldoras curativas de trueno y las tragó de un solo movimiento, dejando que el poder restaurador fluyera dentro de él. Inmediatamente, comenzó a moverse de nuevo.

Con la ubicación de Pelayo ya calculada, esta vez Simón no avanzó hacia adelante, sino que retrocedió constantemente. Después de retroceder varios metros, percibió otra vez una onda de energía espiritual.

En un instante, Simón saltó hacia atrás, formando rápidamente un sello con sus manos mientras recitaba en voz alta: —¡Cuatro Fases del Rayo Infierno!

Cuatro esferas gigantescas de rayos surgieron de la nada, flotando en el aire. Cada una de ellas emitía múltiples cadenas eléctricas que se extendían por el espacio frente a Simón, buscando cualquier indicio de su objetivo.

—¡Zzzzz!

—¡Aaah!

Una de las cadenas de rayos pareció golpear algo, y en el aire apareció una figura humana formada por electricidad: era Pelayo, revelado ante los ojos de Simón.

Al ver esto, una mirada gélida destelló en los oj
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