Capítulo 1672
Sintiendo cómo su brazo y su arma se desvanecían en una niebla de sangre, Orestes lanzó un grito desgarrador, como el grito de un cerdo en el matadero.

—¡Ah… maldito bastardo!

—¿Quién diablos eres...?

Con el muñón sangrando de su brazo presionado cada vez más contra su cuerpo, Orestes miraba a Simón con una mezcla de horror y asombro, como si estuviera viendo a la misma muerte.

No solo Orestes estaba impactado por el poder de Simón, sino también sus hombres, junto con Efraín y Eulogia, que observaban estupefactos desde un lado.

Nadie podía creer lo que acababa de suceder a ciencia cierta: aquel joven, que a simple vista parecía ser alguien común, ni siquiera había movido un solo dedo, y de repente el brazo de Orestes desapareció en el aire.

—Si sigues insultándome, no me importará enviarte directo al infierno ahora mismo.

—Llama en este instante a tu padre, dile que él y tu hermano mayor no intenten huir. Si no los encuentro cuando llegue el momento, te aseguro que serás el primero en
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