Capítulo 1441
Simón sonrió por vergüenza.

Dalmiro y Crisanto se comportaban de una manera bastante altanera hacia él, parecía una característica común entre los ricos, que consideraban a todos como sus sirvientes. Pero Simón no les guardaba rencor alguno, no iba a buscarles problemas por eso. No tenía tiempo para ellos.

Simón dejó su café un lado, se levantó y ayudó a Juvencio a ponerse de pie. —Todos somos compatriotas, aunque haya diferencias entre nosotros, no voy a guardar rencor alguno. No se preocupen por nada.

Sabía que, si no decía eso, nunca estarían del todo tranquilos. Y así fue, al escucharlo, Juvencio y los demás suspiraron un poco aliviados.

Juvencio, con cara de vergüenza, dijo: —Hemos sido muy ignorantes. Gracias por su generosidad, señor. Si necesita algo más, yo, y toda mi familia estarán a su servicio.

—Nuestra familia también hará todo lo posible para ayudarle en todo lo necesite, — añadió rápidamente Indalecio.

Simón sonrió: —Qué bien, Gracias. Pues siéntense pónganse muy cómodo
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