Capítulo 1339
Dos guardaespaldas se quedaron estupefactos. Jamás se les pasó por la mente que alguien se atreviera a agredir de esa manera a Elías, y por un momento no entendieron la situación.

Solo el secretario reaccionó más rápido. Después de quedarse perplejo por un breve momento, gritó de inmediato: —¿Qué están esperando? ¡Agárrenlo y tráiganmelo aquí!

Los dos guardaespaldas despertaron como si salieran de un verdadero sueño, y ferozmente se abalanzaron hacia Simón.

Con dos golpes sordos, Simón los pateó directamente a ambos, haciéndolos caer al suelo y comenzar a gemir de agudo dolor.

En ese instante, Elías finalmente volvió en sí y rugió furioso: —¿Dónde están los policías? ¿Por qué aún no han llegado?

Justo cuando el secretario estaba en completo pánico, aparecieron más de una decena de policías, liderados por un hombre de unos treinta años con barba de tres días.

El secretario, al verlos, gritó efusivo de inmediato: —¡Inútiles, ¿por qué llegan tan tarde?!

—Lo siento mucho, señor, apenas rec
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