Capítulo 31

En este momento, los hombres presentes observan a las dos mujeres, lágrimas inundando sus ojos. Lunna corre desesperadamente hacia su madre, quien la recibe con los brazos abiertos, como si el tiempo se congelara.

— Il mio bambino. (Mi niña) — Anna llora, apretando a su hija entre sus brazos con una mezcla de sorpresa y alivio. — ¿Eres tú, mi pequeña? — Pregunta, sus palabras resonando en el tenso aire.

— Soy yo, mamà, tu bambina. — La morena habla, su voz entrecortada por el llanto, y en ese momento, toda la angustia y separación que estaban sufriendo parecen disolverse en un solo abrazo.

— Mi dulce niña. — La madre continúa llorando, sus lágrimas mezclándose con las de su hija. El tiempo parece detenerse y la conexión entre ellas se convierte en un océano de emociones profundas.

— Él me lastimó, mamà. — Lunna confiesa, y Lorenzo siente que su enojo e impotencia se funden en una determinación ardiente. — Hizo cosas horribles conmigo. — Sus palabras salen temblando de miedo y tristeza
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