“¿Ya… ya estabas despierto?”. Melanie forzó una sonrisa.

“Vas a recibir lo que te mereces”.

Sus palabras borraron toda su vergüenza mientras lo miraba con los ojos brillantes y abiertos de par en par. “¿En serio?”.

“¡Por supuesto!”. Él bajó la cabeza y le plantó un beso en la frente. “Dúchate y vístete. Luego te llevaré a un lugar”.

“¿A dónde vamos?”. Al escuchar lo que él dijo, ella se sintió llena de energía de repente.

“¿No querías aprender a ser una perfumista estrella? Entonces, no deberías preguntar nada y solo haz lo que yo diga”.

Finalmente, se levantó y retiró los brazos. Cuando miró a Melanie, ella sintió una inmensa presión y se quedó sin palabras.

Aunque él tenía razón, la hacía sentir como si ella fuera un objeto al que él podía tratar como quisiera. Eso la hacía sentir incómoda, pero cuando lo pensó, ella le daría lo que él quisiera a cambio de sus sueños. Así era como funcionaba un trato.

A él le haría gracia que ella se preocupara de repente por su orgullo, dad