Fuera de la cabina, en los pasillos, Luna estaba rodeada de espectadores y arrinconada en la esquina de la pared.

Algunos la insultaban, otros se burlaban e incluso le lanzaban cosas.

Los pasillos estaban bloqueados y llenos de gente.

Joshua frunció las cejas. Él se acercó de inmediato.

En ese momento, Luna se apoyó en silencio contra la pared con la mirada fija. Su rostro carecía de cualquier emoción.

Sus ojos, una vez vivos, se apagaron y perdieron su brillo. Ella era como una muñeca de trapo sin alma.

Ella parecía no escuchar los ruidos y los insultos de la gente que la rodeaba.

Su ropa de colores claros estaba manchada de café y huevos. Su pelo estaba desordenado. Su ropa también estaba rota y arrugada por los empujones de la multitud.

Su expresión sin emoción tenía una especie de belleza etérea de otro mundo.

El corazón de Joshua dio un vuelco al ver la escena que tenía frente a él.

Él frunció las cejas y apartó a la multitud de manera brusca. Él corrió hacia el lado de