Cuando Luna volvió a la casa de la esposa de Jason, la policía ya había llegado.

La ambulancia se había llevado a Bonnie, y la policía y los forenses estaban preservando e investigando la escena del crimen.

Jason estaba siendo esposado. Estaba a punto de ser escoltado a la estación.

Luna se acercó. Después de testificar ante la policía, le dieron tres minutos para hablar con Jason.

“¿Qué? ¿Viniste para reírte de mí?”.

Jason se burló y miró a Luna. Las esposas en sus manos brillaban con un frío destello plateado.

Luna respiró hondo, levantó la mirada y lo miró.

“Jason, ya todo acabó, así que espero que puedas decirme la verdad”.

La voz de Luna era fría y distante.

“Hace seis años, cuando Joshua te contrató para matarme, ¿cómo te dijo que lo hicieras? ¿Te dijo que me lanzaras tú mismo del puente, o que usaras el coche y chocaras contra mí? ¿Recuerdas lo que te dijo?”.

Jason frunció el ceño. Una expresión ansiosa cruzó sus ojos.

Después de un rato, él carraspeó: “Ya no me acuer