Las luces que salían de la Mansión Lynch brillaban intensamente en el cielo nocturno.

Debido a su enfermedad, la Abuela Lynch estaba recostada en el sofá, se veía débil.

Nigel le masajeaba los pies en silencio mientras Nellie sostenía un libro y le contaba el cuento de la Sirenita a la Abuela Lynch.

Al otro lado del sofá, Celia sostenía una pila de fotos de otras chicas y se las mostraba una a una a Michael. "Michael, mira: estas son las chicas adecuadas que la Abuela ha elegido para ti según su estatus e identidad. Échales un vistazo y dime si hay alguna que te interese".

Michael, cuyo cerebro todavía estaba atormentado por los chupetones sobre el cuerpo de Aura esta mañana, apartó las fotos a un lado con frustración. "¡No quiero! Si quieres que me case tan desesperadamente, ¡míralas tú misma!".

"¡Cómo te atreves!". Adrian dejó su vaso en la mesa de café con un golpe y le lanzó una mirada fría a Michael. "Tu Abuela está tan enferma que desea verte casado mientras aún esté viva. ¡