- ¿Qué paso?
- Nada grave, pero necesito que vengas.
- No me preocupes, carajo.
- Estoy bien, lo juro. Yo solamente te necesito.
- Estaré allí en quince minutos.
- OK.
Me dirigía a la puerta cuando recordé mi abrigo, recogiendo a cualquiera en el frente y arrojándolo sobre mis hombros.
Necesitaba resolver la situación entre Sebastian y Milena de una vez por todas. Me dolía verlos sufrir a los dos cuando se amaban y habían sido apartados por sus familias egoístas y mezquinas.
Si no se llevan bien, bien. Pero al menos se verían y decidirían si perdonar o acabar con todo y seguir con sus vidas.
Me senté en el sofá, ya renunciando a mi comida que estaba en la mesa y ciertamente se había enfriado.
- ¿Cuál es tu relación con Cindy? Yo pregunté. – ¿Entonces ella te dirá estas mentiras?
- No somos amigos... Tampoco somos enemigos.
- ¿Pero sabías que ella tuvo una aventura con Héctor?
- Si lo sabia. Ella bajó la cabeza.
- ¿Y aceptaste?
- ¿Pruebas? – se burló Ben.
- No, no estoy juzgando. Solo