No digas nada
Alma Castillo

Como la vida puede herir a un hombre como él, se nota que su dolor aún está palpitante y vivo, sus ojos lo delatan. Perdió a su esposa y está debe ser su casa.

La vida es tan injusta, que afortunada debió ser, por haber conseguido un hombre respetuoso, protector y humilde de corazón. Soy una desconocida que ayudó una noche y sin pensar que terminaría siendo mi salvador, no he podido dormir, miró a mi hija solo quiero que despierte y ver sus hermosos ojos llenos de inocencia mi bebé..., cuánto has sufrido por mi culpa, por no haber sido lo suficientemente valiente para irnos lejos, lo intenté una vez y no tuve voluntad, para hacerlo de nuevo.

Alana se mueve bruscamente en la cama y acarició su cabello, sus labios forman un puchero.

—¡No, no, no! ¡Deja, no! — llora y chilla retorciéndose con la frazada que la cubre, está teniendo una pesadilla—. ¡No lastimes a mami, no señor por favor! ¡Noo... Mami, no! — sus bracitos están tensos a cada lado de su cuerpo, el miedo cruzab
CR Vergara

Podemos sentir en cada fragmento el dolor y la tristeza que cargan Sergio y Alma, son personas heridas que solo quieren sanar.

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