Capítulo 2

Me cambio mi ropa normal por el mono de la moto y las botas y me hago una cola baja que meto por el mono para que el pelo no me estorbe.

Siempre estoy nerviosa aunque estoy muy acostumbrada a esto, me gusta subirme a la moto con nervios y bajar de ella con una sonrisa, no puedo decir que jamás me haya caído pero siempre me he repuesto y sino he podido tampoco me he frustrado, en la siguiente carrera siempre he podido hacerlo mejor y eso es una gran inspiración para mi, y bueno que papá, Andrea y Caleb me apoyen también ayuda mucho no voy a mentir y decir que no son un gran apoyo, me gusta hacerlos felices, me gusta ver que se enorgullezcan de mi, eso siempre me hincha el pecho y me ayuda a seguir adelante, sino fuera por ellos, hace tiempo que me hubiera rendido, no voy a hacerme la fuerte.

- Nikey Hofer.- miro a mi jefe de mecánicos.

Conocí a mi jefe de mecánicos hace dos meses, él junto con el team manager fueron los que contactaron con papá y le pidieron que firmáramos contrato por un año con ellos, papá lo consultó con nosotros aunque ya sabía de mis ganas por salir del continente.

- Raúl Fernández.- él es español pero tiene un buen manejo del inglés.

- Felices dieciocho.- me felicita como todos.- Como hoy es tu cumpleaños y el de tu hermano, pensamos en haceros un pequeño regalo.

- Gracias no era necesario.- digo tan seria como siempre pero en un tono de agradecimiento.

- No es nada Nikey.- me dice con una sonrisa.- Dame tu casco.

- ¿Mi casco?- digo confusa y él asiente así que se lo doy.

Raúl deja mi casco en mi silla, lasilla que utilizaré para ver otras competiciones de categorías más pequeñas, sus clasificaciones y carreras, aquí no es como en Europa que cada categoría entrena por separado sino que todos entrenan juntos y eso me parece muy bueno para los más jóvenes, nos da experiencia y una oportunidad de ver a nuestros rivales más experimentados.

- Toma.- me da un caja enorme.- Lleva cuidado.- dice con una pequeña risa.

Todavía sin ponerme los guantes abro el enorme paquete y saco un precioso casco de color azul metal con destellos en verde y que lleva el número dieciocho en dorado justo en el medio, además de mi apellido gravado en el lateral con el mismo color del número, es precioso y querría utilizarlo toda la temporada pero sé que solo es para este fin de semana y luego quedará en mi exposición personal de cascos, al igual que el que le hayan regalado a Andrea.

- Dios, es hermoso.- digo fascinada.- Muchas gracias.

- Eres seria pero agradecida, eres grandiosa pero humilde, eso es lo que marca la diferencia.- miro a Raúl quien me mira con una sonrisa.

- Nací en una cuna de oro, no vamos a mentirnos, pero desde pequeña mi padre me enseñó que todos somos humanos y por tanto todos merecemos respeto, me enseñó a ser educada y siempre agradecer hasta el más mínimo detalle, no se me ha subido la fama y ojalá este deporte no viniera con los incesantes buitres de la prensa.- ellos se sorprenden pero no dicen nada.- ¿Quién es mi jefe de prensa? Todavía no lo he conocido y debo hablar con él.

- Primero ve a entrenar y antes de la clasificación tendrás tiempo para hablar con él.- dice firme.- Ponte el casco y demuestra de lo que Nikey Hofer está hecha.- me alienta con una sonrisa.

Me pongo el casco con una sonrisa ladeada y luego me pongo los guantes de color negro con azul, mis colores característicos desde que soy pequeña, siempre he competido con los mismos tres colores, azul, verde y violeta, y hasta ahora no tengo intención de cambiarlos, tengo suerte de que mis equipos siempre me han dejado elegir los colores de mi moto y como siempre he sido la compañera de mi hermano, él siempre ha estado de acuerdo conmigo.

Ando despacio hasta mi moto, los mecánicos me esperan con una sonrisa hambrienta, sé que todos quieren saber de que pasta estoy hecha, que si los rumores que han circulado estos meses son o no son reales y si el apodo de "Swiss diamond" es o no real, espero demostrarles que soy todo y más de lo que dicen.

Me subo con decisión a la moto y la hago rugir un poco sintiendo esa bonita electricidad de emoción queme da siempre que me monto en una.

Avanzo con la moto y enseguida mi hermano se acerca y se pone en paralelo conmigo, puedo ver como las personas de otros equipos se nos quedan viendo y sonrío, no saben quienes son los "Swiss diamonds", por lo que todo esto es mucho más interesante de lo que era en Europa, allí todos nos conocían, todos sabían de lo que éramos capaces.

- Hermanita.

- Hermanito.

Puedo asegurar que ambos sonreímos y que a ambos nos recorre la misma sensación de casa, de seguridad y de emoción, por mucho que ese día duela, cuando me subo a una motola recuerdo con una sonrisa, y me siento aún más cerca de ella, yo gano por ella, para que haya donde esté, se encuentre orgullosa de mi.

- ¿Competimos?- puedo oír su tono malévolo detrás del casco.

- ¿Nos dejaran?- sé cual va a ser su respuesta pero necesito oírlo, necesito a mi hermano, no al niño bueno que aparenta ante todos sino al piloto travieso que conozco desde la barriga de nuestra gestante.

- ¿Cuándo nos ha importado eso Nikey?

- Nunca Andrea, nunca.- sonrío.

- ¿Entonces?

- A competir se ha dicho hermano.- bajo la visera de mi casco.- Bonito casco.

- Lo mismo te digo peque.- se baja su visera.- Una vuelta de calentamiento y competición, a fondo, no te quiero contenida.

- Jamás Andrea, jamás me verás contenida.

Ambos salimos de pit lane y como Andrea ha dicho damos una vuelta de calentamiento, es rápida pero ni la mitad de lo rápida que puede ser una vuelta a fondo con estas motos de casi trescientos kilos y eso me gusta, me encanta la adrenalina que otorga la velocidad y ese filo que no muchos tienen la capacidad de pasar, no todos, ni siquiera algunos pilotos lo hacen, porque temen morir pero nosotros nacimos predispuestos a correr aunque eso signifique morir mientras lo hacemos porque moriríamos con una sonrisa, esto es lo que amamos hacer.

Veo algunos pilotos en la pista que nos miran, ralentizan sus motos cuando pasamos por al lado suyo para observarnos, somo la novedad, ninguno de ellos saben bien de donde venimos ni mucho menos de lo que somos capaces de hacer.

Andrea está todo el rato por delante de mi, no me molesta, me gusta verlo tan cómo doy feliz, me alegra saber que al menos uno de nosotros avanza y no se queda en el pasado, eso me hace tener esperanza sobre que algún día yo misma seré capaz de avanzar.

Estamos a punto de llegar a la línea de salida así que me emparejo con mi hermano, en el momento en el que pasemos la línea de meta comenzará nuestro juego de entrenamiento favorito, papá y Caleb nos hacían hacerlo muy a menudo, siempre respetándonos y sin peleas aunque algunas hubieron, nunca afectaron a nuestra relación y eso es fascinante porque ambos somos sumamente competitivos pero sabemos perder y eso está bien, más que bien.

- Allá vamos.- sé que Andrea no me ha oído pero tampoco es necesario.

En el momento que cruzamos la línea de meta ambos vemos en rojo, nos encendemos y con ello encendemos nuestras motos a seguir nuestro ritmo acelerado.

Sonrío al ver que por primera vez Andrea ha sido más listo que yo y ha sabido ponerse primero en la primera curva pero eso le dura poco, porque siguiendo mi línea y ya habiendo estudiado el circuito, le adelanto en una delas chicane más complicadas y por ende, como ya es costumbre, él no se da cuenta de mi maniobra.

Tampoco es que consiga despegarme mucho de mi hermano por lo que al pasar nuevamente por la línea de meta, entramos rueda con rueda pero felices, volverá hacer esto después de tres meses me da vida, me encanta y por eso me río a grandes carcajadas y sé que desde donde nos esté viendo papá también se está riendo.

Aflojo la velocidad y Andrea se pone a mi lado, estiro mi mano y cierro el puño para queél choque conmigo y lo hace.

- Cabrona, he sentido miedo al ver tu puta moto meterse por ese hueco.- me río.

- Esa era la idea, no te lo esperabas.- me burlo de él.

- Claro que no, pero debería porque tu siempre te metes por los sitios más complicados.

- Es mi especialidad hermanito.

Damos algunas vueltas más y luego volvemos a nuestros box, están uno al lado del otro y me gusta porque así puedo desearle suerte, antes aunque pertenecíamos al mismo equipo, por alguna razón que no comprendo nos separan dos o tres box y eso me frustraba de muchas maneras.

Tener el box de mi hermano cerca me ayuda a sentir que estoy cerca de él, sé que parece absurdo pero lo hace.

Me bajo de la moto con una sonrisa enorme en la cara y me quito el casco para dejarlo en una de las mesas.

- ¿Qué ha sido eso?- me giro al escuchar la voz molesta de Raúl Fernández, pero no está para nada molesto, se ha divertido.

- ¿Entrenamiento?- pregunto aunque no espero una respuesta.

- Habéis puesto las motos al limite.- me reprocha.

- Tenemos que saber hasta donde podemos apretar, conocer la moto.- digo evidente.

Bajo la cremallera del mono y veo como varios se dan la vuelta, ¿creen que no llevo nada de bajo? Pero ¿Quién me creen? Llevo un top deportivo debajo del mono, con el calor que hace debo llevarlo para poder desabrocharme el mono cuando termine.

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