La figura que apareció de repente ante Jane era una muñeca monstruosa de casi la mitad del tamaño de una persona normal. La muñeca mostraba sus dientes con malicia y el cuerpo estaba cubierto con notas musicales. ‘¿Qué rayos es esto?’, exclamó Jane en su mente. Estaba tan asustada que comenzó a llorar. Aino, que sostenía la muñeca con una expresión inocente y orgullosa, la miró y le preguntó: "Tía Jane, ¿estás... asustada?". Jane hizo lo posible por ignorar su terror al escuchar la dulce e inocente voz de Aino, y bajó la mirada para encontrar a la niña sosteniendo la muñeca como si se la estuviera mostrando a Jane. "Tía, esta muñeca es para ti". Jane no estaba segura de cómo responder. "¡Pequeña, si la Tía Jane se enferma porque la has asustado, el Tío Alex te va a dar una buena lección!". Alex extendió la mano y pellizcó la nariz de Aino. Jane se sintió mal por la niña inmediatamente y lo detuvo. "¡Alex, no asustes a la pequeña!". "Tía, esto es para ti. ¿Te gusta?", pr
"¡La hermosa Tía Ruth...!". Al ver a Ruth, Aino se zafó inmediatamente de los brazos de Jane y corrió hacia ella. "Hermosa Tía Ruth, tengo algo para...". Antes de que Aino pudiera terminar su frase, Sabrina la levantó y le tapó la boca. "Suficiente. ¡Vas a asustar a la Tía Ruth a plena luz del día!". Aino se detuvo un momento antes de asentir. "¡Ohhh, está bien, Madre!". Entonces, Aino siguió caminando hacia Ruth. Ryan también gritaba con entusiasmo. "¡Tío Sebastian, Tía Sabrina, hermanita Aino! Quería recogerlos en el aeropuerto pero Ruth no me dejó, así que no tuvimos más alternativa que venir a verlos aquí". Ruth le dio un ligero golpe a Ryan. "Aino me llama Hermosa Tía Ruth, y tú llamas hermanita a Aino. Entonces, ¿cómo deberías llamarme?". Ryan le lanzó una sonrisa traviesa. "Ruth, ¿me crees si te digo que te voy a domar esta noche?". "¡Sabrina! ¡Sabrina!", se quejó Ruth inmediatamente. "Míralo, haz que el Señor Ford le dé una lección. De todos modos, llama tío al Se
El sonido de la escalofriante sonrisa de Emma llegó inmediatamente del otro lado de la llamada. "¡Papá! ¡Por supuesto que hice todo lo que me dijiste!". "¡Esa es mi niña!", celebró Axel. "¿El tío y mi primo no están intentando dejarnos fuera?". Emma hablaba con voz fría. "¿No se apoderó Sebastian de la mayoría de tus armas? ¿No se dedica a proteger a la z*rra de su esposa? ¡Vamos a clavarles los dientes aunque signifique la muerte! ¡Que reciban todos la rabia! ¡Esa mujer regresará lo antes posible! ¡Pronto podremos sentarnos y disfrutar de todo el espectáculo!". "Bien, entonces, papá puede estar seguro. ¡Eso es todo por el momento!". Axel se rio despreocupadamente y colgó el teléfono. Después de eso, el hombre salió por la puerta lateral sin anunciarse ante su sobrino y su sobrino nieto. Al otro lado, nadie se dio cuenta de que Axel se había ido ni de que había hecho una llamada tan maliciosa. Sebastian y los demás seguían felices mientras conversaban. Las dos últimas semanas e
Ruth se puso de cuclillas mientras charlaba con Aino. "Mi preciosa Aino, tu madre te interrumpió justo antes cuando ibas a decirle algo a la Hermosa Tía Ruth, lo que me hizo pensar, ¿me trajiste algún regalo de Isla Estrella?". Ruth era una persona correcta y a veces podía ser un poco lenta, aunque a veces también podía ser bastante astuta. Cuando trataba con gente de su edad, no era tan reflexiva como otros, pero cuando se comunicaba con niños cómo Aino, su ingenio brillaba. Ruth vio momentos antes la monstruosa muñeca en la mano de Alex y le pareció horrenda y oscura con algo de sentido del humor. La muñeca era enorme y de aspecto ridículo, incluso sus dientes eran teclas musicales. A Ruth no le costó mucho darse cuenta de que Alex no era el tipo de persona que compraría algo así. Y ninguno de los demás lo haría tampoco. Ni siquiera Sabrina, que era la más cercana a Ruth, podría comprar unos juguetes tan extraños que probablemente eran utilizados para hacer bromas, pues era una p
Ruth no respondió inmediatamente, ya que pensó para sí misma: ‘¿Yo? ¿Pegarte? Ni siquiera tendría la oportunidad de levantarte la mano antes de que tu padre, tu madre, tu guardaespaldas Kingston y probablemente también Yvonne me dieran una paliza primero. ¿Cómo podría golpearte?’. "¡Por supuesto que no te voy a dar una paliza! ¡Solo dame mi regalo, ahora! Si no lo haces ahora mismo, si te daré una paliza aquí y ahora". Ruth miró a Aino con seriedad. Aino se estremeció. "Muy bien, entonces". Salió corriendo hacia la parte trasera del coche y sacó su regalo para Ruth. "Aquí tienes, Hermosa Tía Ruth". Aino inclinó su pequeña cabeza hacia un lado y levantó su regalo hacia Ruth. "¡Ah...!". Espantada, Ruth saltó inmediatamente a los brazos de Ryan. Jane, que estaba junto a ellos, comenzó a reír y se alegró al darse cuenta de que Aino si la quería después de todo. A Jane le pareció que su regalo era hermoso y reconfortante, en comparación con el de Ruth. "¡Tú...! ¡Aino Scott! ¡Nue
Aino suspiró. "Entonces, te lo enseñaré ahora". "¡No! Simplemente dáselo a tu Tía Yvonne, la Tía Ruth no lo mirará por ahora". Ruth sonrió con diversión. Ella se había asustado hasta los huesos y por eso quería que Yvonne experimentará lo mismo. ‘¡Je, je! Lo siento, Yvonne, ¡pero es tu culpa por no venir a ver a Sabrina!’, pensó. Aino dejó de apresurarse hacia sus regalos ante las palabras de Ruth. Para empezar, no quería mostrarle a Ruth el regalo de Yvonne, pues quería mantener el misterio para el efecto sorpresa. Después de repartir todos los regalos, llegó la hora de que Sabrina, Aino y Sebastian fueran a casa. Kingston los llevaría a casa y, cuando los tres se sentaron dentro del coche, se sintieron abrumados por la sensación de volver a casa después de todo lo sucedido. Las calles familiares, las carreteras conocidas, incluso las luces de la calle se sentían como en casa. Sabrina miraba por la ventana. El coche se dirigió hacia su zona residencial y, antes de llegar a l
Sebastian atrajo a Sabrina a sus brazos con el corazón lleno de culpa. "Mamá, te echo mucho de menos. ¿Realmente eres tú, mamá?". Sabrina sollozaba incontroladamente. "¿Por qué no sales a verme? Mamá, Aino, el padre de Aino y yo te echamos de menos. Mamá, ¿podrías salir, por favor? Mamá...". Sus lamentos empezaron a llamar la atención de los transeúntes e incluso sorprendieron a Aino. "Sabrina, estás preocupando a Aino. No llores", susurró Sebastian con suavidad. Sabrina hizo lo posible por calmarse y se dio la vuelta para encontrar a Aino, que también estaba a punto de llorar. "Mamá...". Aino se acercó a Sabrina y le dijo: "Mami, no estés triste, ¿de acuerdo?". "Cariño...", murmuró Sabrina. "En realidad, yo también te compré un regalo. Quería esperar a que llegáramos a casa para sorprenderte, pero, mami, quiero decirte cual es tu regalo ahora mismo". Aino se acercó para ofrecerle consuelo. Sabrina rodeó a Aino con sus brazos. "Lo siento, cariño, ¿mamá te preocupó?". Ai
Aquello le recordó a Sabrina a su madre de nuevo. Esos ojos con los que se encontró fuera de su área parecían perdidos, y aunque Sabrina no podía ver su rostro, estaba segura de que esos eran los ojos de su madre. La idea de todo lo que su madre había estado pasando le atravesó el corazón como una cuchilla afilada. Salió de la ducha con un dolor silencioso, ni siquiera bañar a Aino pudo ayudar a alegrar su estado de ánimo. La niña se dio cuenta de la lucha interna de su madre y decidió quedarse callada también. Después de ducharse, Sabrina arropó a Aino para que durmiera una breve siesta y se dejó llevar lentamente por el sueño de Aino. Estaba agotada, pero no parecía poder encontrar la paz en el sueño. Sebastian también estaba cansado, pero no tenía tiempo para descansar. Después de ver que Sabrina y Aino se habían ido a dormir, se dirigió a su estudio para trabajar. Hacía medio mes que no se presentaba en la oficina. Todo funcionaba como de costumbre, a excepción de los documentos