De un momento a otro, Jade no pudo controlarse y se rio hasta quedar sin fuerzas para defenderse. Ella trató de esquivarla. Pero Sabrina aprovechó esta oportunidad y la tiró al suelo con todas sus fuerzas.

Jade cayó dolorosamente al suelo.

“Ay, mis dientes…”. Gracias al fuerte impacto, sus dos dientes frontales colgaron peligrosamente de sus encías.

Sabrina pisó con furia su mejilla. “¡Maldita vieja! ¡Ya que me moriré aquí hoy, te mataré ahora mismo!”.

Antes de terminar su oración, levantó el pie y golpeó con fuerza la cara de Jade nuevamente.

“¡Ay! ¡Ay, me duele! Voy a morir…”. Jade se quejó de dolor.

Junto a la puerta, Lincoln observaba la escena, enojado, preocupado y ansioso.

En este momento, deseaba golpear a Sabrina hasta matarla.

Pero él era un hombre. Si corría y golpeaba brutalmente a una mujer y una niña hasta la muerte... No era que no pudiera hacerlo, pero como Holden estaba justo a su lado, tenía que cuidar su reputación.

Gotas de sudor ansioso caían por su frent