Él miró torpemente a Ruth y luego a sus dos hijos. Solo podía dejar que los dos niños descargaran su ira hacia él por el momento. Por suerte para él, ambos niños no eran tan fuertes. Después de seguir golpeándolo durante unos minutos, estaban tan cansados que se quedaron sin aliento. Ambos se sentaron en el suelo mientras respiraban con dificultad y luego miraron a su propio padre con mucha fiereza.

“¡Bah! Si intimidas a mamá de nuevo, ¡te golpearé de nuevo!”.

“¿Aceptas eso?”.

Los dos pequeños mocosos de tres años sonaban como adultos cuando hablaban. Todos en la casa estaban tan divertidos con los dos pequeños que se reían sin control. Incluso Ruth, quien todavía sostenía el cuchillo de cocina, no pudo evitar reírse.

Aprovechando el momento, Ryan tomó el cuchillo de la mano de Ruth mientras seguía sonriendo. “Ruth, mira, hay tanta gente aquí hoy. Solo déjame entrar y no me hagas quedar mal, ¿de acuerdo? Podemos hablar y resolverlo todo”.

Ya se consideraba que Ryan se había humil