Misty no tenía palabras. De repente se sintió extremadamente infeliz. Sin embargo, cuando lo pensó por segunda vez, se volvió feliz de nuevo. ‘Ya que tu esposa está aquí, entonces eso es excelente. De verdad quiero tener una competencia con ella’.

“¿Dónde está tu esposa? ¿Por qué no vino contigo, Sebastian?”. Ella siempre era muy suave cuando decía el nombre de Sebastian.

La respuesta de Sebastian fue corta y breve. “Ella ya está ahí dentro”.

“¡Ja!”. Misty se rio porque ya vio a algunas mujeres de alto estatus de pie en la sala de exposiciones a través de la puerta de vidrio. Todas estaban vestidas extravagantemente y hablaban suavemente con sus agudas voces. Su maquillaje era más glamoroso que el de una típica socialité, y cada movimiento que hacían era realmente pretencioso. Misty las encontró graciosas mientras las miraba. Era natural que Sebastian no estuviera dispuesto a que lo vieran entrando y saliendo con una mujer como ella, por lo tanto tampoco era de extrañar que su es