Joy se echó para atrás mientras deseaba tanto que Delmont pudiera salvarla. Sin embargo, él ni siquiera tenía la expresión de preocupación o pena por ella, y mucho menos de querer salvarla. Ni siquiera la volvió a mirar. Delmont solo cerró sus ojos y simplemente tenía lágrimas corriendo por sus mejillas.

Joy se sentía desesperada. Mientras estaba desesperada, fue intimidada por Malvolio hasta el punto en que todo tipo de su feo estado quedó expuesto. Ella no tenía ni una sola pieza de ropa puesta mientras yacía en el suelo frío y duro. Todas las cosas que había hecho eran las más bajas y las más humillantes. Fue tratada cien veces más inferior que la mujer que vendía sus cuerpos para vivir en los tiempos antiguos. Ella pensó que eso ya era el final y que nada podría ser peor que eso. Sin embargo, Joy nunca hubiera esperado que su tiempo se acabaría en el momento siguiente. Después de que Malvolio se había dado un festín con cada centímetro de ella, la envió al infierno sin dudarlo.