Casualmente, cuando la vieja buscaba con quien casarse, un maestro de secundaria recién jubilado del poblado suburbano que había enviudado hacía muchos años, también estaba en busca de pareja, pues sus hijos ya habían formado su propia familia. Ambas se llevaron muy bien. Entonces la vieja trajo a su nieto con él y se casó con Neo Dixon.

Sin embargo, después de casarse con él, entonces descubrió que no era tan fácil como imaginaba. Cuando se casaron, Neo impuso algunas reglas para que ella siguiera. “Puedo darte el dinero para comprar fórmula en polvo para tu nieto todos los meses, pero eso es todo. Esto es porque te compadezco, pero no puedes tentar tu suerte. Cuando tu hijo sea liberado, debes enviar lejos a tu nieto”.

La vieja ya no tenía a dónde ir en ese momento, por lo tanto no estaba mal tener un techo sobre su cabeza. Entonces accedió a lo que propuso Neo. Ella dijo con cautela: “Gracias. Gracias por darnos a mi nieto y a mí un lugar para quedarnos”.

“Tienes que saber que er