Las lágrimas en sus ojos le habían nublado la vista, pero su expresión no reflejaba ningún temor hacia Alex. Ella sacudió la cabeza entre lágrimas y dijo: "Yo... no he dicho que seas malvado, Amo Alex. Yo... solo te ruego que por favor dejes ir a mi Noah. Él no tiene nada que ver con esto. Nada en absoluto. Todavía tiene una madre a la que cuidar. Déjalo ir y yo iré contigo. De verdad, lo he pensado bien, me iré contigo... Por favor...".

La desesperación en su voz no tenía límites, y Alex, quien la sujetaba por la barbilla, sintió como si le hubieran aplastado el corazón. En ese mismo momento, deseaba desesperadamente poder aplastar a esta mujer hasta la muerte allí mismo.

"Déjame preguntarte esto. ¿Quién soy yo?", él preguntó entre dientes.

"Eres el Amo Alex, el famoso Amo Alex de Ciudad Kidon", respondió ella entre lágrimas.

"Tú y yo, ¿qué somos? ¿¿Qué somos??".

Las lágrimas de la cara de Jane cayeron sobre la palma de la mano de Alex. "Sir-sirvienta... yo era su sirvienta...".