El auto

Por Franco

Llegué a casa de madrugada, justo llegaba mi madre ¿A ésta hora?

-¿De dónde venís?

Le pregunté de mala manera.

-Sigo siendo tu madre, a mi con los moditos que tratás a tu hermana, no.

-Perdón.

Le digo, tal vez tenga razón.

-Salimos con María ¿Y vos?

Me dice y no sé si creerle.

-Salimos con Mauro.

-¿Y Claudia?

-Discutimos.

-¿Y las chicas?

-Están enojadas conmigo.

-Franco, no las dejás tranquilas.

-Es que se quieren acostar con alguno, porque dicen que son las únicas vírgenes de la facultad.

Le confieso.

Ella se ríe.

Yo me puse loco.

-¿Escuchaste lo que dije?

Le pregunto de mala manera.

-Franco, crecieron, les podés hablar, pero ya son mayores de edad, tienen que explorar y vivir su vida.

-¡Mamá!

No puedo creer en las palabras de mi madre, me molestan.

-Hijo, sos más anticuado que yo y bastante machista, no digo que vayan de brazos en brazos, simplemente te digo que las dejes crecer, es más, parecés más celoso de Ornella que de tu hermana.

Me frené en seco.

La miré, indudable
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