Por tanto, sólo podían aguardar a que esos tipos se desesperaran, se equivocaran y rompieran la ley. Sólo entonces Serenity y Zachary tendrían la oportunidad de mandarlos tras las rejas.

—¿Tienen alguna mala costumbre que podamos usar a nuestro favor?

—Apostar, la mayoría de los ancianos en el pueblo no pueden resistirse al juego. Acaban de comer al mediodía y ya están listos para apostar. No estoy seguro si mis tíos y tías están en lo mismo, pero supongo que no deben ser la excepción.

Los ojos oscuros de Zachary brillaron con una chispa, tenía un plan en mente, pero decidió no verbalizarlo. Se limitó a decirle a Serenity: —Yo me encargo de todo, no tienes que preocuparte. Si el cielo se desploma, estaré ahí para sostenerte. Tú sólo concéntrate en lo que quieres hacer.

—¿De verdad no necesitas que te acompañe a la fiesta de esta noche? Cariño, aún no hemos tenido la oportunidad de ir juntos a una.

Serenity lo miró de reojo, dijo: —Tú eres el señor York, siempre en la cima, incluso en l