Tal como pensó Chloe, Sandra no tardó en comprenderlo.

Lo único que Giselle tenía ahora era su cara y su cuerpo.

Los hijos de Sandra tenían más de un amante, y no era la primera vez que engañaban a sus esposas, sólo que antes no lo sabían.

Heredaron la lujuria de su padre.

Giselle podría tener éxito si los sedujera deliberadamente.

Mimaban mucho a Giselle y no tenían ningún sentimiento por su hermana biológica, Chloe.

Era inevitable que Giselle consiguiera algunos favores por medio de ellos.

Pensando así, la cara de Sandra se puso muy fea.

Si Giselle sedujo a Ricardo, él y su padre habrían cometido el mismo error.

Quizá le tendieron una trampa a Enrique, pero Ricardo se ofreció por completo.

—Chloe, lo sé, voy a cuidar de esto, no tienes que molestarte. Tendré a alguien vigilando cada movimiento de Giselle. Si de verdad se atreve a aprovecharse de tus hermanos, se lo diré a sus cuñadas y dejaré que se encarguen ellas.

Sandra no quería ocuparse del asunto por su cuenta.

Sandra seguía si