—Querida, ponte las joyas que te regalé esta noche.

—Es lo mismo llevar el que me dio mamá y, lo más importante es llevar el anillo que me diste.

Callum la besó: —De acuerdo.

Isabela se rio y le pellizcó ligeramente la cara.

—Por cierto, la señora Robinson, que mencionaste con Serenity, se presentará esta noche en la fiesta. —dijo Callum de repente a su esposa.

La sonrisa en el rostro de Isabela desapareció ante la mención de la mujer cuya voz y figura se asemejaban muchísimo a las de Dalia.

Dijo fríamente: —Por fin puedo verla bien. Si es Dalia, seguro que muestra sus grietas.

—Hice que alguien preguntara y el apellido de su marido es, en efecto, Robinson.

—¿Aha?

Isabela sólo sospechaba que la señora Robinson era Dalia, pero no tenía pruebas.

Si eran la misma persona, entonces debía haber un cerebro detrás de esta conspiración que lo manipulaba todo.

Tal vez la identidad de la señora Robinson y todo lo que pudiera averiguarse sea una falsificación.

Isabela había vivido en la oscuridad