—Riquísimo, que acabo de decir eso.

—Muy bien, entonces, dividamos esta bolsa de pasteles.

Diciendo eso, Serenity fue a la cocina y sacó la bolsa de plástico, partiendo en dos los pasteles que Zamir había traído.

Jasmine aceptó encantada.

A Dalia, que estaba escondida detrás de la estantería, le costaba mucho entenderlo, no comprendía por qué a esas dos mujeres les gustaba ese tipo de comida, como si nunca antes hubieran comido platos exquisitos.

Dalia sintió un poco de curiosidad, ella también quería probar lo deliciosa que era ese pastel.

Era sólo que ella era una extraña para Serenity en su identidad actual, y estaba demasiado incómoda para pedirle a Serenity un pastel.

—Serenity, Jasmine, ¿estáis ahí?

Una voz familiar llegó del exterior y Dalia, escondida detrás de una estantería, se puso pálida. Se puso nerviosa porque la voz era la de Isabela.

Efectivamente, Isabela venía con un paraguas.

La seguían dos guardaespaldas que Callum había dispuesto para ella. Los dos guardaespaldas l