Capítulo 2692
El hombre sonrió y le contestó a Dalia: —Me apellido Robinson, y ahora nos conocemos.

Cuando Dalia se le acercó, el hombre la observó con ojos impuros, complacido con su figura y su cara.

—Dalia, siéntate y hablemos.

—Señor Robinson, estamos es mi casa, por favor, no te comportes como dueño. Lo que hiciste es allanamiento de morada y puedo llamar a la policía si quiero.

El hombre sonrió. Tenía entre cuarenta y cincuenta años, y parecía tranquilo, maduro y aplomado.

A Dalia le desagradaban sus miradas atrevidas hacia ella, como si estuviera observando a una presa.

—Lo siento mucho, Dalia, por el bien de este regalo, por favor, perdóname.

El hombre dio unas palmadas y un guardaespaldas se adelantó para entregarle una bolsa nueva.

El hombre cogió la bolsa y se la entregó a Dalia, diciendo amablemente: —Es un regalo que he preparado para ti, tienes que tomarlo o te estarás negando a perdonarme.

—No me falta bolsa. —dijo Dalia con tono despectivo.

¿Con una bolsa Hermes quería complacerla?

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