Por la tarde, casi al final del día, Josh Bucham entró en el despacho del presidente con un montón de papeles en los brazos.

Zachary le miró, luego volvió a sus asuntos y cuando Josh se sentó, le preguntó Zachary.—¿Para qué sirve tu secretaria?

—Está embarazada. Soy considerado con ella y no quiero que vaya de un lado para otro. Si sufre demasiado cansancio, su marido tendrá que venir a pedirme una declaración. Así que lo mejor será que venga yo mismo.

Josh dejó los documentos delante de su amigo.

—Lo he visto todo, no hay problema, todo lo que tienes que hacer es firmar con tu nombre.

Después de dejar los documentos, Josh se levantó para servirse un vaso de agua caliente y lugeo se sentó y le dio un sorbo mientras miraba al hombre de enfrente.

Zachary era un hombre muy guapo, aunque todos los días pusiera cara seria y fría, eso no podía ocultar su aspecto apuesto.

En esta época de fijarse en apariencias, cualquier mujer joven que le hubiera visto unas cuantas veces no lo olvidó ni por