Callum no se consideraba un invitado, sirvió agua para todos, lavó la fruta y trajo algunos aperitivos.

Echó un vistazo a las piezas del tablero y se rió entre dientes: —Supongo que la tía Dallas lo hizo a propósito, esta partida, tío Gregory, con tu habilidad en el ajedrez, aunque lo meditaras hasta mañana, no creo que supieras dónde poner esa pieza en tu mano.

Jaja, la habilidad de Gregory en el ajedrez era realmente mala.

La cara de Gregory se puso fea mientras fulminaba con la mirada a Callum.

Sabía que era malo al ajedrez, pero no le hacía ninguna gracia que su sobrino se burlara de él. Él era el mayor y tenía que mantener su honra.

Callum sonrió, se frotó la nariz y miró a Dallas, esperando que le ayudara a aconsejar a Gregory antes de que se enfadara con él.

Gregory, obviamente muy malo en el ajedrez, no permitía que nadie le dijera la verdad.

Dallas sintió la mirada de ayuda de Callum y le dijo a su marido: —Ya, guarda el tablero, acabaré esta partida contigo en otro momento cu