—¡Liberty!

Duncan gritó desde la sala.

—Señora Margaret, déjeme entrar para ver.

Liberty retiró suavemente su mano y se volvió hacia la sala.

Margaret no la siguió.

Mientras Liberty estuviera allí y no les pidiera ayuda, Margaret y su esposo tenían un acuerdo tácito de no entrar y dejar que los dos se llevaran solos.

Duncan tenía mala actitud y no controlaba su temperamento, pero la pareja sabía que su hijo realmente quería que Liberty se quedara y lo cuidara.

Margaret volvió a sentarse junto a su esposo, suspiró y dijo: —Fui demasiado terca al principio. En el futuro, aprenderé de Tania.

Harrison le dijo a Margaret: —Te he persuadido muchas veces, pero no escuchas. Duncan ya no es joven. Los hijos de otras personas de su edad están casi en la escuela secundaria. Nuestro hijo ni siquiera tiene novia. Es raro que le guste alguien. No importa cuántas veces Liberty se haya divorciado, siempre y cuando a Duncan le guste ella.

—Pero nunca escuchaste mi consejo. Ahora... solo puedo esperar q