—Zamir, gracias, mi hermana está mucho mejor, se recupera bastante bien.

—Bien, está bien.

Zamir se llevó un bocado de arroz y otro bocado de verdura.

—Serenity, tengo algo que decirte, a ver si puedes darme un consejo. Después de decírselo a mi mujer, me ha regañado.

Serenity sonrió y respondió: —Adelante, ¿de qué se trata? A ver si puedo darte algún consejo útil.

—Ya lo sabes, que sé adivinar el destino por leer caras, pero en realidad no lo he aprendido sistemáticamente de un maestro. Aprendí un poco al azar a un hombre, y luego fui aprendiendo por mí mismo leyendo los libros.

Zamir dejó de comer y siguió diciendo en voz baja: —Pero creo que ahora puedo ir al parque o a la calle comercial a montar un puesto, aprovechando el tiempo libre, con eso puedo ganar un dinerillo extra para subvencionar a la familia, aunque nuestra pulpería no pasa tan mal.

—Pero con los niños creciendo y los ancianos cada vez más mayores, la presión sobre nosotros, los de mediana edad, es cada vez más fuerte