Isabela habló con calma: —Señor Callum, ¿cuál es la relación entre nosotros? Soy libre de asociarme e intimar con quien quiera. Sí me has ayudado mucho, pero no estás calificado para controlar mi comunicación, ¿verdad?

—Te trato como a un invitado distinguido.

—¿Invitado distinguido? ¿Solo un invitado?

Cuestionó Callum. Extendió la mano y agarró sus hombros: —Isabela, ¿te atreves a decir que no estás escapando de mí? Te dije la verdad y te considero como mi prometida, y sin embargo, te alejaste de mí sin responder mis llamadas telefónicas.

—¿Ahora tienes relaciones íntimas con otros hombres? ¿Lo haces a propósito?

Isabela permanecía tranquila mientras retiraba las manos de Callum de sus hombros y se dirigía hacia el mostrador. Se sentía más segura con una mesa entre ellos.

A pesar de su apariencia tranquila, en realidad se sentía un poco nerviosa en ese momento.

No entendía por qué entraba en pánico.

Isabela siempre había sentido que le había hecho algo mal a Callum.

Pero ella y Callum