Capítulo 9
"¡Digo, papá no está en casa!" sonrió con satisfacción Joana, levantando su labio. "¡Papá se olvidó desde hace tiempo que hoy debías regresar a casa! Además, ¿qué necesidad hay de que papá te organice una fiesta de bienvenida cuando te casaste con ese tipo? ¡Ja! ¡Es aún más vergonzoso!"

"¡No necesito ninguna fiesta de bienvenida!"

Lucía se levantó bruscamente y se interpuso frente a Joana. "¡Quiero mi dote!"

"¿Dote?"

Joana arqueó una ceja y la miró, con una sonrisa maliciosa en la comisura de los labios. "¿Qué dote? ¡Nunca he oído hablar de eso!"

Lucía se quedó paralizada, su corazón latía fuertemente.

En ese instante, toda la aflicción, el resentimiento y el odio se agolparon en su corazón. Sabía que su origen no era noble, que desde que llegó a este mundo, fue marcada como una hija ilegítima. Pero su origen no era algo que pudiera elegir, y a lo largo de los años, incluso en la oscuridad, había luchado en dirección a la luz del sol.

Según la lógica común, ninguna chica normal estaría dispuesta a aceptar una solicitud tan absurda como casarse en lugar de otra persona.

Solo quería salvar a su madre.

¿Por qué incluso esa pequeña esperanza tenía que serles arrebatada?

Joana resopló fríamente y se dio la vuelta para subir las escaleras, pero Lucía la detuvo de un tirón.

"No te vayas, ¡aclaremos las cosas!"

"¡Aclara qué!" Joana le apretó fuertemente el brazo.

Lucía sintió dolor y retrocedió, golpeando fuertemente su nuca contra la pared, un zumbido resonó en sus oídos.

Ella levantó la vista y vio la sonrisa cada vez más fría de Joana. "Lucía, ya eres una hija casada. Al irte a ese pueblo remoto y empobrecido, pareces ser como el agua sucia que nos hemos encargado de arrojar. ¡No pienses en tener ninguna relación con la familia García en el futuro!"

"Pero... papá me lo prometió personalmente", dijo Lucía apretando los dientes, "si me caso en tu lugar, me dará una generosa dote que puede... ayudar a mi madre..."

"¿Puede ayudar a tu madre a vivir en una buena habitación de hospital y recibir medicamentos importados?" Joana estalló en carcajadas, "Mi ingenua hermanita, ¿recuerdas por qué papá te echó a ti y a tu madre de casa en aquel entonces?"

Lucía guardó silencio, una sensación de frío se apoderó de su pecho.

"¿No fue por esa madre tuya, tan irresponsable, que de alguna manera quedó embarazada de una pareja ilegítima? ¡Eso fue lo que enfureció a papá!"

"Lucía, las zorras como tu madre merecen ir al infierno. ¿Crees que papá la salvaría? ¡Já, papá desearía que ella muriera fuera de casa!"

"No es así..." Lucía se puso los ojos rojos, se esforzó por contenerse, pero las lágrimas seguían cayendo.

"Mi madre no es ese tipo de persona, ella fue incriminada..."

"¿Quieres decir que tu mamá fue incriminada por mi mamá?!"

Joana levantó la voz, la miró ferozmente.

Lucía miró fríamente. Recordó que su madre le había dicho que las personas más culpables ocultaban su fortaleza bajo una apariencia valiente.

"No dije eso", ella secó sus lágrimas y dijo con indiferencia, "en realidad, ninguno de nosotros sabe qué sucedió en la generación anterior. Así que por favor, ten cuidado con tus palabras en el futuro. Si vuelves a faltarle el respeto a mi madre, ¡no te lo perdonaré!"

"Ja, ¡pero primero tienes que tener la capacidad para hacerlo!"

Joana se rió fríamente, levantando intencionalmente su cabello para mostrar el collar de diamantes que acababa de comprar.

"¿Qué tal, bonito, verdad?" lo desafió con la mirada mientras observaba a Lucía. "Compré este collar hace poco y no fue barato, ¡costó cincuenta mil dólares!"

Lucía se quedó atónita.

Joana, con ferocidad, enfatizó cada palabra, "¡Lo compré con tu dote matrimonial!"

"Tú..."

"Te diré la verdad, papá nunca tuvo la intención de darte una dote. Ser mi reemplazo ya es un favor para ti, Lucía. ¡No te atrevas a ser desvergonzada!"

Lucía apretó los labios con fuerza, temblando de rabia pero sin tener ninguna estrategia para contraatacar.

Vio la sonrisa triunfante en el rostro de Joana y luego el mayordomo la "invitó" muy cortésmente a salir. Ella salió del patio desorientada, el cielo estaba nublado y el aire llevaba un olor húmedo.

El clima en esta temporada cambiaba sin previo aviso, y una lluvia torrencial podría aparecer en cualquier momento, tomándola por sorpresa.

Lucía aceleró su paso mientras se dirigía hacia la parada de autobús.

"Señorito, la señorita García ha salido", informó.

"Hmm", respondió Jorge, quitándose los guantes y arrojándolos descuidadamente a un lado. Fue desenrollando cuidadosamente las vendas que cubrían sus manos, capa tras capa. "¿Cómo está ella?"

"No se ve... muy bien."

Una arruga apareció en el entrecejo de Jorge.

"La señorita García tiene un aspecto pálido, supongo que ha tenido problemas en su casa. Investigué un poco y los sirvientes de la familia García dijeron que ella no recibió su dote y que fue humillada por su hermana mayor".

Jorge apretó el puño, sus ojos se llenaron de frialdad.

"¿Cuánto vale su dote?"

"Parece que son cincuenta mil dólares".

"¿Cuánto vale el terreno por el que la familia García hizo una oferta?"

"Ciento cincuenta millones."

"Muy bien", Jorge se rió fríamente. "Usaremos ese terreno para hacer que esos estúpidos de la familia García despierten".
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