Capítulo 914
Lucía movió los hombros y el cuello, Santiago engordó mucho, como una albóndiga blanca y gorda, y el bebé pequeño, que acababa de aprender a andar, parecía que no quería caminar mucho, y pedía a mamá para que le diera mimos todos los días.

Lucía cargaba en las manos Santigo, que medía como dos sacos de harina, lo que empeoró su hombros congelados.

Polo se apresuró a arrastrarla hasta el sofá y la sentó cómodamente, frotándole los hombros y el cuello.

Sin embargo, Lucía no trminó de hablar, sino que continuó su comentario anterior:—Por qué no estoy resentida con Huntley ... Porque es muy simpático—.

—Serena y Sonia se te acercaron con otras intenciones, sólo Huntley es sincero contigo—Ella lo miró y sonrió juguetonamente:—Cariño, tu mujer sabe distinguir la sinceridad aunque sea estúpida.

—¿Ah?— Polo se rió deliberadamente:—¿Cómo lo distigues?.

—Huntley lo trata en la forma igual que yo a ti—dijo Lucía sin pensar.

El corazón de Polo se agitó cuando la miró con ternura y le tocó la cara.
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