Capítulo 782
Ahora Soledad estaba perpleja.

—¿Qué...?

Su corazón latía como un tambor.

No se atrevía a mirarle a los ojos, pero el espacio era tan pequeño, y y la punta de su nariz estaba tan cerca de chocar con la suya... No podría evitarlo.

El cálido aliento del hombre recorrió la punta de su nariz, convirtiéndose poco a poco en un fuego que quemaba su cordura.

Soledad respiró hondo e hizo todo lo posible por mantenerse despierta.

¿Qué podía pensar? Ella no era digna de él, porque ni siquiera tenía identidad.

—Ya lo sabes, Soledad—dijo Daniel con una sonrisa en su apuesto rostro—. ¿De verdad olvidaste lo que dijiste aquella noche?

—¿Lo que dijiste esa noche era verdad?

A Soledad se quedó helada.

Después de un rato, levantó los ojos y le miró fijamente; luego, como una guerrera dispuesta a morir, se negó a admitir su afecto por él.

Si esta afición era una atadura, un vínculo con él, entonces ella prefería ocultarlo durante el resto de su vida.

—Je... Uncle, ¿Te has tomado en serio mis palabras? —S
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