Capítulo 694
Juan fue agarrado de una mano antes de que pudiera abrir los ojos.

El dolor de la herida era insoportable, y el siempre gentil hombre no pudo evitar gritar histéricamente.

—¡Uy, perdón, perdón, perdón! —Soledad se apresuró a disculparse—. Encontré una buena medicina y estoy tan emocionada que olvidé que estabas herido...

Juan respiró hondo.

Olvidarse de las heridas fue algo que ocurría muchas veces en estos días.

Como abogado nunca había recibido dinero ilegal, había hecho justicia, y había hecho todo por sus crientes. Nunca había hecho nada malo.

¿Por qué envió Dios a esta enemiga para ayudarle a recuperarse?

Juan sonrió amargamente, mirando el rostro inocente de la joven, y se vio obligado a ablandar su corazón.

—Nunca he cuidado de nadie—susurró Soledad antes de entregarle agua y medicinas—. ¡Eres mi primer hombre!

—Puff...

Toda el agua que Juan acababa de beber salió escupida.

Soledad se apresuró a coger una toalla, parpadeando con los ojos muy abiertos mientras le limpiaba: — ¿Me
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